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Diario de viaje: Día 1


14 de Febrero de 2013.

¡Por fin llegó el día de empezar a pedalear! Como la bici la envié por encomienda, tenia que esperar a que llegue. Esa espera se alargó a 6 días debido a un feriado de 2 días que se me había escapado. Por un lado eso era bueno porque me daba la oportunidad de conocer la ciudad de Mendoza un poco mas, pero por otro lado no era tan bueno ya que mas días significaba más gastos.
Con mi amigo Ezequiel como guía, recorrimos distintos lugares tales como el Cerro de la gloria, el Cerro Arco, el dique de Potrerillos, y por último fuimos a ver el Aconcagua, parando en el Puente del Inca a sacar unas fotos. Incluso hicimos rafting en el río Mendoza, algo que tenia pendiente desde hace mucho.
Fueron unos lindos y calurosos días en Mendoza, pero ya era hora de comenzar el tan esperado viaje.


Al despertarme temprano en la mañana, lo primero que pensé fue "¡¡hoy es el día!!", el vació que sentía en el estómago y el remolino de emociones presente en mi cabeza eran una clara señal de ello. Estaba nervioso. Desayune y le hice los últimos preparativos a la bici y salí. Me despedí de mi amigo Ezequiel agradeciéndole la buena onda por alojarme en su casa esos días (en realidad no me acuerdo si le agradecí o no, pero debería haberlo hecho jaja).

Lo primero que noté al subirme a la bici fue lo pesada que estaba. Nunca antes se me había ocurrido probarla toda cargada (mala idea). El gran peso en la alforja trasera y el bolsito en el manubrio hacían que la bici sea difícil de controlar. Las primeras pedaleadas fueron algo torpes, pero pronto logre estabilizar la marcha.
Agarré el acceso sur que luego se transformaba en la ruta 40. Al principio era autopista y daba un poco de miedo, pero de a poco se fue transformando en ruta y pude pedalear un poco mas tranquilo.

La mañana estaba fresca y algo nublada, y pensé ingenuamente que me hubiera gustado que estuviera soleado. En ese momento todavía no había sufrido el sol abrasador de medio día.

Pasaron los kilómetros y lentamente me acercaba a mi primer destino: Tunuyan. En la ruta la gente me saludaba y me tocaba bocina (supongo que amistosamente), y yo les devolvía el saludo. Esos saludos y bocinasos eran un gran apoyo, me animaban a seguir.

Por momentos circulaba en la banquina y por momentos me pasaba a la ruta en construcción que había a la derecha y ahí podía pedalear tranquilo sabiendo que no circulaban autos. Sin embargo en un momento se terminó y me vi obligado a volver a la ruta, esta vez con banquina de tierra, por lo cual tenia que circular por la ruta y bajar ocasionalmente a la banquina para dejar pasar.

Casi llegando a Tunuyan pinche la rueda trasera por bajar a la banquina. Revise la cubierta y tenia una pequeña espina clavada. Cambiar la cámara con la bici tan cargada fue algo dificultoso, pero era algo a lo que me tendría que acostumbrar. Al terminar de arreglar la rueda trasera, verifiqué solo por las dudas la rueda delantera y encontré una espina clavada, la saqué y al hacerlo salió un poco liquido antipinchaduras por el pequeño orificio. Pero la rueda no se desinfló, el liquido hizo bien su trabajo. A los 5 minutos volví a pinchar la rueda trasera "¡La puta madre!"

Llegué a Tunuyan a eso de la 1pm y lo único que quería era encontrar un lugar para comer alejado de aquel terrible sol. Encontré una rotisería y me comí unas empanadas y unas frutas que compré en una verdulería. Solo me faltaban 40km de pedaleo hasta llegar al pueblito de Pareditas, donde haría noche, pero no quería pedalear debajo de aquel sol, así que decidí hacer tiempo hasta las 3pm en una estación de servicio. Até la bici a un árbol y me tire en un rincón del estacionamiento de la estación para intentar dormir una pequeña siesta. No lo logré.
A las 3pm me volví a subir a la bici y el sol seguía igual de terrible, pero no podía perder mas tiempo, tenia que llegar a Pareditas.

¡El sol me mataba! De vez en cuando encontraba algún arbolito proyectando sombra sobre la ruta y hacia pequeños descansos allí. Así, luchando contra el sol y el cansancio que ya se hacia presente, llegué a Pareditas.
Tenia números de teléfono y direcciones anotadas, pero opté por preguntar en la estación de servicio por el camping mas cercano.

Mientras armaba la carpa un perro me robo mi bolsa de pan lactal integral. Así que salí a comprar pan. Solo conseguí el pan común de panadería, pero servía igual.

Y al fin a descansar.

En el camping de Pareditas





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