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Diario de viaje: Día 6 y 7

Salí de Malargüe bien temprano en la mañana y sabia que tenia por delante dos días duros de pedaleo para cubrir la distancia de 211km hasta Barrancas. La única inquietud era que, de esos 211km, 45km eran de ripio (vaya uno a saber en que estado). Como ese ripio se encontraba mas al final de aquel tramo, decidí que el plan sería intentar recorrer 150km el primer día y los 61km restantes (incluyendo el ripio) el segundo día.
¿Donde dormiría? Al costado de la ruta o donde pueda.

Comencé a pedalear decidido a cubrir 70km en la mañana y almorzar en un pueblito llamado Bardas Blancas. En un momento me pasó un pelotón de ciclistas que estaba entrenando en la ruta, me saludaron y les devolví el saludo ¡Que lindo ver ciclistas!
Mas adelante llegué a la entrada para ir a la cascada de Manqui Malal. Había un kiosko allí y me detuve a comprar unas galletitas. Al parecer no se podía entrar con la bici por el sendero de trekking hacia la cascada, y caminando tardaría demasiado. Decidí seguir viaje.


Vista desde la Cuesta del Chihuido
Casi inmediatamente me tope con un cartel que decia "Cuesta del Chihuido" y pensé "uhh si esta cuesta tiene nombre propio debe ser áspera". Y lo era. Tardé algo de una hora en subirla, fue duro pero tenia muy lindas vistas.

Luego de aquella subida, llegó una larga bajada de 25km en la cual casi no tuve que pedalear pero si agarrarme bien fuerte del manubrio debido a las altas velocidades. De vez en cuando alguna curva me obligaba a disminuir un poco la velocidad y mis frenos chillaban. Claro, con el peso extra que llevaba la bici los frenos sufrían mas de lo normal.
Fueron 25km de felicidad pura ¡Estaba viajando en bici! ¡Estaba cumpliendo mi sueño!
Cuando la bajada terminó, vi un cartel que decía "Bardas Blancas". Gracias a la larga bajada había logrado recorrer los 70km hasta allí en menos tiempo del estimado. Eso significaba que tranquilamente lograría recorrer 150km ese día antes de que anochezca.

Llegué al pueblito y vi un almacén. Toque la puerta pero estaba cerrado así que me senté al costado de la ruta a la sombra de un árbol y me empece a preparar el almuerzo. Mientras almorzaba un grupo de tres ciclistas viajeros pasó por la ruta. Uno se acercó a mi y me preguntó sobre el almacén y le comenté que estaba cerrado. Le pregunte hacia donde se dirigían y al parecer cruzarían para Chile en un paso que había por ahí cerca. Les deseé suerte y seguí comiendo. Cuando terminé de comer fui a cargar agua a una canilla que había por ahí cerca y un perro salió a ladrarme cuando me acerqué. Lo ignoré por completo y cargue mis botellas. El perro volvió a echarse en la sombra devuelta. "Perro tonto, me enfrenté a una vaca nocturna del mal y vos te crees que landrándome me vas a asustar... pff".
Seguí viaje.

El camino parecía tener una leve pendiente negativa difícil de percibir que me permitía ir a una buena velocidad y seguir cubriendo kilómetros rápidamente. En un momento, yendo a unos 30kmph, veo algo raro adelante sobre el pavimento, era finito, brillante y como de un metro de largo ¿Una rama? ¿Un cable? Y cuando ya estaba a mas o menos un metro de aquella cosa, veo que se mueve de una forma escalofriante ¡¡Era una serpiente!!
Al darme cuenta de lo que era, la adrenalina invadió todo mi cuerpo en un segundo. A esa velocidad, y con la bici tan inestable por el peso, no podía volantear para esquivarla, me habría caído. No tenia mas opción de seguir como venia y terminé pasandole peligrosamente cerca de la cola. Grité de la emoción y me reí solo ¡Una serpiente y casi la piso! ¡Wooo!

Seguí pedaleando, ahora prestando un poco mas de atención al camino. El cielo comenzó a nublarse y en algunos puntos lejanos se podía ver lluvia, eso me preocupó. Cuando ya había recorrido unos 40km desde Bardas Blancas (110km en total aquel día). Vi un cartel que decía "Kiosko" y mi reacción fue "¿Wtf? ¿Un kiosko en el medio de la nada?". Como sea, eran las 4:30pm y era la oportunidad ideal para merendar, así que paré en el kiosko. Dos señoras me atendieron y compré unas galletitas para acompañar el café con leche. Les pregunté si no tenían problema en que me siente afuera del kiosko un rato a prepararme la merienda y accedieron con mucha buena onda. Mientras comía, aquellas señoras me contaban que por allí siempre pasaban viajeros en bici y que incluso una vez había pasado una pareja que viajaba corriendo y empujaban un carrito con el equipaje. Increíble. También me comentaron que hacía solo dos días había pasado un viajero en bici que iba para el mismo lado que yo, y que el chico hacia artesanías en madera y les había cambiado una cuchara por una botella de agua.
Me dijeron que aquel lugar en el que estábamos se llamaba Buta Billón y que podía acampar allí si así lo deseaba, pero les comenté mi plan de hacer 150km en un día para luego afrontar tranquilo el tramo de ripio al otro y lo entendieron. Cuando terminé de merendar me despedí y me fui.

Cuando salí a la ruta devuelta, el camino ya se había vuelto llano y avanzaba a velocidad normal, aunque de vez en cuando aparecía alguna que otra subida o bajada. Las nubes se habían vuelto mas voluminosas y oscuras y cuando ya había hecho unos 2km desde Buta Billón, vi un rayo caer al frente seguido por su correspondiente trueno unos segundos después. Dí media vuelta y volví, la idea de meterme abajo de la tormenta no me atraía para nada.
"¡Volví!" grité cuando llegué a Buta Billón nuevamente. Las señoras rieron y me indicaron donde podía armar la carpa.

Mientras armaba la carpa, las señoras escuchaban la radio y hablaban entre sí. Una de ellas decía "Siii" todo el tiempo con un tono muy gracioso. Tuve respirar profundamente para no tentarme de risa.
Mas tarde, cuando me estaba preparando la cena, un joven vestido de campo se me acercó. Parecía tener mi edad o quizás un poco menos. Su nombre era Abel y era hijo del dueño de aquel lugar. Al igual que aquella señora, el también tenia una forma graciosa de hablar, casi siempre comenzaba sus oraciones con un "Nooo" bien largo.
Había una vaca con cuernos a poca distancia detrás de una reja, le pregunte a Abel si aquello era un toro y me respondió que no. "Pero tiene cuernos" le dije y me explico que hay varias razas de vacas y que algunas tienen cuernos. Cosas que uno aprende viajando.
Abel no era de muchas palabras, simplemente se quedaba allí parado, entonces para romper el silencio yo hacia preguntas.
Me contó que allí vivían 4 familias y que en esa época no había mucho para hacer ya que los animales, en busca de climas no tan calurosos, se metían en la cordillera.
Le pregunté sobre las serpientes de la zona y me dijo que no hacen nada, que se suben al pavimento en busca de calor.
También me comentó que en esa época en aquella zona llovía todos los días. "Mierda" pensé yo. A esa altura, la lluvia (y sobre todo los rayos) se habían convertido en mi principal preocupación a la hora de pedalear.
Abel se despidió y se retiró.

Para cuando yo terminé de cenar el cielo se había calmado y ya no se veía lluvia en los alrededores. Por un momento pensé si no hubiera sido mejor seguir pedaleando. Ya estaba bastante oscuro así que me me fui a dormir. Antes, fui al baño y al salir vi algo que se revolvió rápidamente en el pasto que había en el suelo cerca de mis pies. Preferí no averiguar lo que era, así que seguí derecho para la carpa.
Esa noche descanse muy bien.

Puente sobre el Rio Grande
Al otro día, me desperté bien temprano y mientras desayunaba, hablé con el padre de Abel. El señor tenia toda la pinta de gaucho con su vestimenta de campo. Hablamos de varias cosas pero sobre todo del estado del camino que me esperaba ese día. Según el, el ripio estaba en buen estado y no tenia tanta subida. Eso me tranquilizó.

Le pedí si podía cargar agua y me mostró un gran barril de plástico del cual podía sacar. Me explicó que el tenia que ir de vez en cuando a buscar agua porque durante esa época del año el agua que bajaba por el Rio Grande venia turbia, es decir, con tierra. En ese momento me di cuenta que había hecho muy bien en dormir allí, ya que sino no hubiera podido cargar agua hasta Ranquil Norte, un pueblo a 70km de allí.


Bifurcación sin cartel
Comencé a pedalear, prometía ser un día duro y efectivamente lo fue. Por suerte, el cielo se había despejado bastante lo cual me permitió disfrutar de una linda mañana de pedaleo en presencia de hermosos paisajes.
Pronto, llegúe al puente que cruzaba por encima del Rio Grande y que marcaba el inicio del camino de ripio. Que empiece el baile.

El ripio, tal y como habia dicho el padre de Abel, estaba en buen estado, definitivamente mucho mejor que el de la ruta 101 (o ruta 40 vieja).
Un poco mas adelante, el camino me puso en una situación que ya había vivido. Una bifurcación sin ningún tipo de cartel. A lo lejos vi que venia una camioneta de frente por el camino de la izquierda, así que me mandé por ahí. Paré a la camioneta y le pregunté si aquel era el camino correcto y contesto afirmativamente. Seguí avanzando y al rato un camino se incorporaba, lo cual significaba que aquella bifurcación se volvía a unir. Me pregunté que sentido tenia eso.

Lentamente fui cubriendo kilómetros sobre aquel ripio y cuando ya había recorrido mas de la mitad, el estado del camino empezó a empeorar. Puedo decir que los últimos 20km de aquel tramo fueron bastante duros. El estado del ripio había empeorado notablemente y el camino subía y subía.
El día de a poco se había estado nublando y para cuando por fin terminó el ripio comenzó a lloviznar. Unos viajeros en moto que me habían pasado minutos atrás habían frenado al costado de la ruta y frene junto a ellos para comerme un pedazo de pan y para ponerme el piloto. Pronto ellos siguieron viaje y yo también.
Solo me faltaban 13km para llegar a Ranquil Norte pero el camino, si bien era pavimentado, seguía subiendo y yo ya estaba bastante cansado.
Pronto la lluvia se intensificó y comenzaron a caer rayos a mi derecha. Puse Metallica bien fuerte y agachando la cabeza para no mirar demasiado, seguí pedaleando. La lluvia me daba frió, quería llegar a Ranquil Norte rápido y encontrar un techito para protegerme y cocinarme algo. Por suerte, los últimos kilómetros antes de llegar al pueblo, eran en bajada.

Era extraño pero, parecía haber un gran agujero en las nubes justo arriba del pueblo y allí estaba soleado, mientras que los alrededores estaban llenos de nubes tormentosas. Al sur, por encima de la montaña, se veía una gran nube muy negra y se escuchaban muchos truenos. Eso me preocupó bastante, parecía ser una tormenta grande y estaba justo en mi camino.
Me compré una lata de pescado para acompañar los fideos y me metí adentro de una parada de colectivos (la única que había en aquel lugar) para repararme del viento y poder cocinar. Tenia mucha hambre y no pude aguantar hasta que los fideos estén listos y me comí el pescado directo de la lata. Mientras comía, una gran familia llegó en una camioneta y un motorhome y se pusieron a almorzar cerca de allí. Me acerqué a ellos y les pregunté si podían llevarme hasta barrancas, pero me dijeron que no tenían espacio.

Camino a Barrancas, a lo lejos se ve el volcan Tromen
En ese momento, un hombre que parecía haberme escuchado, se me acercó y me invitó a su casa para descansar un poco hasta que pase la tormenta. Me aseguró que no tardaría demasiado en pasar.
El hombre se llamaba Gustavo y era el que manejaba la ambulancia del sanatorio de aquel pueblo. Me convido gaseosa y hablamos un buen rato ya que resulta que el también había hecho algunos viajesitos en bicicleta y le gustaba el ciclismo. Cuando ya había pasado una hora, la tormenta efectivamente había desaparecido y solo quedaban algunas nubes inofensivas. Gustavo me regaló un gran pan casero y le agradecí varias veces por eso.


Cruzando el Rio Barrancas, entrando a la
 provincia de Neuquen y llegando a  Barrancas
Volví a subirme a la bici dispuesto a cubrir los 27km que me faltaban para llegar a Barrancas. Tanto el padre  de Abel como Gustavo, me habían dicho que aquel tramo era todo en bajada. Y por suerte estaban en lo cierto.

Mas pronto de lo que esperaba ya estaba cruzando el Río Barrancas por un lindo puente. Una vez cruzando ese puente ya estaba oficialmente en la provincia de Neuquen y a solo 4km de Barrancas.
Esos últimos 4km resultaron ser en subida y yo ya no daba mas, así que los hice muy lentamente.

Cuando por fin llegué a Barrancas, pregunté por el camping varias veces hasta que logré llegar. El "camping" resultó ser un parque con fogones, una canilla y una canchita de futbol. Aquel parque era libre para que entre cualquiera, lo cual me inquietó un poco. Encadené la bicicleta a un árbol y no me aleje de la carpa en ningún momento. Unos pibes llegaron y se pusieron a tomar unas cervezas un poco mas alejados, me saludaron a la distancia y les devolví el saludo.

Me preparé la cena y me fui a dormir, partiría temprano al otro día hacia Buta Ranquil.













2 comentarios:

  1. Que buena !! aventura !!!

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  2. hola Pablo,muy bueno el viaje te cuento q vos recorriste la [ruta del Pehuen[ o parte de esta entre las lajas y alumine. Queria que pases tarifas de los camping por favor,de San Rafael,Las lajas,Villa pehuenia,Alumine. (fue hace casi un año tu viaje pero sive la data igual) GRACIAS POR COMPARTIR TU EXPERIENCIA CAPO!!!

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