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Diario de viaje: Día 2 y 3

¡¡Estos dos días fueron extremos!!

Me desperté a las 6am gracias a la alarma del celular. Había descansado bastante mal debido a la incomodidad de dormir en el irregular piso de la carpa y al frió que sentí durante la noche. Pensé en que debía abrigarme mas antes de meterme en la bolsa de dormir la próxima vez..
Decidí que dormiría 2 horas más, ya que ese día solo me tocaban 75km de pedaleo. "Una papa" pensé teniendo en cuenta que el día anterior había pedaleado 120km ¡Oh como me equivocaba!
El día anterior, el dueño del camping me había comentado que el camino era de ripio, cosa que yo no había tenido en cuenta a la hora de trazar la ruta de viaje, no sabia cuales tramos eran de ripio y cuales de asfalto. ¿Como pude ser tan boludo de no fijarme algo tan fundamental? No encontré respuesta a esa pregunta.
"No importa, siguen siendo solo 75km" pensé.


A eso de las 9:30 ya estaba saliendo de Pareditas rumbo al Embalse Agua del Toro, a 75km de allí. No cargué las botellas traseras de agua para no llevar tanto peso (gran error numero 1) y me quedaba poco pan, pero decidí no comprar mas (gran error numero 2).
El pavimento pronto desapareció en el camino y, siguiendo los carteles, desemboqué en la ruta 40 y seguí mi viaje. El camino era duro y pedregoso, lo cual me hacia avanzar lentamente. Ademas, el miedo a que la rueda trasera sufra algún daño debido al peso que soportaba me hacia avanzar cuidadosamente. Recién habiendo recorrido poca distancia, el cable de los auriculares se me enrolló en la rueda delantera y se me rompió, así que me quedé sin música.
Al ver lo lento que avanzaba, decidí que dividiría el día en tres etapas de 25km cada una. La primera la haría a la mañana, luego almorzaría, haría la segunda etapa, merendaría y por último completaría la tercer etapa llegando a destino.

La primer etapa fue bastante dura debido al fuerte sol que tuve que soportar. Culminando esta etapa y alcanzando los 25km de recorrido desde la salida ya había gastado mas de 1/3 del agua que había llevado. Eso era un gran problema.
Un río circulaba en paralelo al camino, así que deje la bici en la ruta y camine unos 30 metros hacia el caudal de agua para llenar una de las botellas que había llevado vacía. El agua no era para nada transparente, pero bueno, me servia para mojarme la cabeza por lo menos.

Puesto de gendarmería y su tanque de agua con ruedas.
Mas adelante encontré una casita en el medio del campo, rodeada de arboles y algunos animales. Llame a los gritos para ver si había alguien. Una persona con uniforme verde y botas salió del lugar, era un gendarme. Le pedí si me podía dar agua y amablemente me hizo pasar.
Allí había un tanque de agua con ruedas el cual tenia una pequeña canilla en un lado. Llené mis botellas. El agua no estaba del todo limpia pero si ellos la tomaban yo también lo haría, no estaba en posición de ponerme quisquilloso.
Le pregunté al gendarme si el agua de los arroyos de esa zona se podía tomar y me dijo que si, que incluso eran mejores que el agua de aquel tanque.
Le pedí permiso para quedarme un rato hasta que baje el sol y no tuvo problemas, así que me quede sentado en unos tronquitos que había a la sombra de unos arboles y mientras me cocinaba una sopa de arroz.
Pasado un rato desde que terminé de comer, una brisa comenzó a soplar desde el noroeste. "Bien" pensé, aquella brisa me empujaría un poco y me refrescaría del sol. Ya eran las 3pm así que decidí partir sin esperar mas.

La segunda etapa de 25km fue escenario de dos momentos de tensión. El primero fue cuando me topé con un grupo de vacas en el medio del camino. Una de ellas estaba con su cría y me miraba fijo sin moverse del camino. No me dan miedo las vacas, pero una madre protegiendo a su cría es otra historia. Espere un rato y la vaca se terminó corriendo de a poquito y pude pasar. El segundo momento de tensión fue cuando me di cuenta de que había perdido la bolsa de dormir en cuyo envoltorio también tenia 3 de mis 5 cámaras de repuesto. De alguna forma se había caído por el rebote de la bici en las piedras. Habían pasado 10km desde la ultima vez que la vi, no podía volver a buscarla si quería llegar de día a destino, así que decidí seguir adelante con la esperanza de que en el Embalse Agua del Toro vendan bolsas de dormir.
Cuando alcance los 50km recorridos, terminando la segunda etapa, pare en la ruta y me preparé un café con leche acompañado de mis últimos pedazos de pan con mermelada. Comí mirando para todos lados ya que poco antes había visto dos grandes arañas muertas en el camino.

Comencé la tercer y última etapa del día. Cuando todavía no había recorrido 5km vi que una gran nube oscura por encima del camino y se podía ver como de ella se desprendía lluvia. Un rayo cayó al costado del camino y poco después llego el estruendo. Aquella nube era lo suficientemente grande como para tener lluvia y rayos propios, pero ni se comparaba a la masiva tormenta que se veía lejos al este, que escupía rayos a cada segundo.
Seguí pedaleando con miedo y sin sacar la vista de aquella nube que tenia enfrente, cuando de pronto, un rato cayó peligrosamente cerca del camino y frené. Tenia mucho miedo, yo sabia que las posibilidades de que te caiga un rayo en la ciudad eran extremadamente bajas pero... yo estaba en el medio del campo, montado en el único pedazo de aluminio en quien sabe cuanta distancia a la redonda y por momentos siendo el punto mas alto. Esperé unos 15 minutos y la nube se corrió a la izquierda del camino y ya no caían rayos así que seguí pedaleando. Mientras avanzaba la nube se iba desarmando, eso me alivió, ademas, parecía estar mas lejos de lo que aparentaba.

Cerro Diamante en el fondo.
Todo iba bien, la nube se había desarmado por completo, faltaban pocos kilómetros para llegar y el sol del atardecer me regalaba paisajes hermosos. Entre ellos el del Cerro Diamante, que parecía un volcán. Los chivitos a los costados del camino me miraban cuando yo pasaban y se alejaban corriendo del camino.
Sin embargo, la felicidad duró poco, duró hasta que escuche otra vez el aterrador sonido de un trueno. Resulta que otra nube había estado formándose adelante, esta vez mas grande, con mas lluvia y mas rayos. Otra vez esperé a que se corriera y a los 20 minutos volví a pedalear ya que, al igual que antes, la nube se había corrido a la izquierda.

Completé la tercer etapa alcanzando los 75km recorridos, pero todavía no había señales del Embalse Agua del Toro. Pensé en que los carteles de distancias no suelen ser muy exactos así que podía ser que el embalse esté algunos kilómetros mas adelante. El problema era que solo me quedaban unos 30 minutos de luz diurna. Seguí pedaleando hasta que llegó el punto en que la poca luz no me permitía ver las irregularidades del camino y tuve que sacar mi linterna de cabeza y avanzar cuidadosamente. Pronto ya era totalmente de noche.
En un momento veo adelante lo que parece ser una masa de arboles, lo cual en la mayoría de los casos significaba que había una casita o algo.
Cuando llegué a los arboles, me sobresalté. Dos brillantes ojos reflejaban la luz de mi linterna desde el centro del camino. "¡Un puma!" pensé y agarre mi cuchillo, pero luego me di cuenta de que la distancia entre los dos ojos era mucha como para ser un puma, así que concluí que aquello era otro animal... o un puma gigante. Dos pares mas de ojos me miraron desde el costado del camino. Aquellas terroríficas sombras de la noche tenían forma de vaca ¡Eran vacas! xD
Pronto la que estaba echada en el medio del camino se corrió y pude pasar. Allí había una casita tal y como yo pensaba. "Refugio La Faja" decía el cartel. Grité pero nadie salió. Seguí pedaleando, el embalse no podría estar muy lejos, pero solo recorrí unos 200 metros cuando encontré un cartel que me puso en una situación difícil.

"El Carrizalito 8km.
La Jaula 30km.
El Sosneado 83km."

¿¡Y el Embalse Agua del Toro, vieja!?
Tenia dos opciones. Seguir pedaleando con la esperanza de que el embalse esté a poca distancia (aunque ni aparezca en el cartel) o acampar el refugio La Faja. Un rayo cayó lejos al este y no lo dudé. Cuando volví al refugio ya no había rastros de las vacas (excepto por todo el excremento en el piso, claro). Armé la carpa al costado de la tranquera, me abrigué lo mas que pude y me acosté. Pero poco fue lo que pude dormir debido al frío. Por momentos prendía mi calentador a gas butano para calentarme las manos y los pies y así poder dormitar un rato mas. Ademas, el viento provocaba un efecto de sonido medio raro cuando chocaba contra las matas y los arboles, haciéndome pensar que venía un auto por el camino, entonces a cada rato asomaba la cabeza por la carpa. Fue una noche dura, pero vi las estrellas como nunca las había visto, así que valió la pena.

A eso de las 7am escuché el ruido de un auto, pensé que era el sonido del viento engañándome otra vez hasta que sonó una bocina. Me asome y era una camioneta. Le hice señas para que parara y les pregunté a los dos señores en su interior cuanto faltaba para llegar al Embalse Agua del Toro. Me dijeron que por ese camino no se llegaba a aquel lugar, que para eso tendría que haber agarrado derecho desde Pareditas. Les agradecí y se fueron. Pensé en que quizás el mapa estaba mal pero igual me pareció raro.
Dormí un rato mas aprovechando que ya no hacia tanto frío.

Desperté y fui a ver devuelta el cartel verde de las distancias que se encontraba a 200 metros. Ni El Carrizalito ni la Jaula figuraban en el mapa, pero si El Sosneado. O Google Maps estaba mal o yo me encontraba en la ruta equivocada, pero ambas opciones no parecían tener mucho sentido ya que es difícil que Google Maps esté mal y también era raro que me haya equivocado de ruta ya que seguía viendo carteles que me indicaban que estaba en la ruta 40. Estaba confundido, pero no me importaba demasiado, lo único que tenia que hacer era llegar hasta El Sosneado y problema resuelto. Pero no llegaría ese día, mi plan era salir después del mediodía y cubrir los 30km hasta La Jaula y al otro día completar los 50km hasta El Sosneado.

Cuando salí de la carpa para afrontar otro día de este aventurero viaje, pude observar que el refugio La Faja consistía en en tres edificaciones muy rusticas. No parecía haber nadie pero volví a gritar varias veces por las dudas. Nada. La tranquera estaba asegurada con un candado y no se podía abrir, así que entre deslizándome entre los alambres.
Todas las puertas y ventanas de las tres edificaciones estaban cerradas y algunas incluso selladas con clavos y maderas. A excepción de los postigos de una ventana que estaban sostenidos con un gran palo que la mantenía en su lugar. Me acerqué a aquella ventana, retiré el palo y el postigo se cayó.
La visión del interior era algo inquietante. El lugar era un desastre, colchones viejos, basura por todos lados, muebles rotos y al fondo se veía una abertura que conducía a otra habitación donde se podía ver un pedazo de vaca colgando de un gancho. Puse el postigo en su lugar y lo volví a asegurar con el palo, no había nada para mi allí.

Caño de agua y ventana suelta al fondo.
Pero aquel refugio poseía un tesoro muy valioso: Agua.
Al fondo había un caño que tiraba agua constantemente. No se de donde provenía esa agua pero no importaba, era clara, fresca e infinita.

Durante la mañana recorrí las afueras del refugio para ver si encontraba algo que me sirviera. Encontré un pedazo de alambre que me ayudaría a reparar el bolsito delantero de la alforja, que estaba a punto de romperse.
Luego me preparé el almuerzo y cuando terminé preparé todo para salir. Esta vez totalmente cargado de agua.

A la 1:30pm ya estaba arriba de la bici dejando atrás aquel misterioso refugio y con una leve brisa que me beneficiaba. Mientras pedaleaba tenia dos grandes preocupaciones en mi cabeza: No tener bolsa de dormir y no tener pan. Mis pensamiento orbitaban todo el tiempo al rededor de esos dos problemas.

El pan de la vida
Llegue a El Carrizalito mas pronto de lo que esperaba y resultó ser un simple puente que pasaba por arriba del río. Mas adelante había una casita y se veía gente afuera. Me acerqué y les pedí si me podían vender un pedazo de pan. Muy amablemente, con chistes de por medio y con claro acento de campo, me regalaron un pan casero que prometía ser una delicia.

¡¡Ahhh tenia PAN!! ¡¡No tenia bolsa de dormir pero no importaba porque TENIA PAN!!
Con el animo bien arriba devuelta, les agradecí y seguí pedaleando rumbo a La Jaula.

El camino era en su mayoría bajada, y terminé llegando a La Jaula antes de lo previsto.
El lugar era principalmente una escuela rural, rodeada de varias casitas y no parecía haber nadie al rededor, solo una pequeña vaca atada a un poste.


Vaca curiosa
El hecho de haber llegado tan temprano me hizo dudar ¿Seguir pedaleando o hacer noche allí? La pequeña vaca me miraba curiosa mientras yo merendaba un café con leche acompañado del pan que me habían regalado y pensaba sobre la cuestión. Decidí seguir y cubrir la distancia que pueda para luego al otro día llegar mas tranquilo a El Sosneado. Mas tarde me dí cuenta de que fue una mala decisión.

Recorrí el lugar para ver si veía a alguien y encontré a dos señoras dentro del colegio rural que había en el lugar. Les pedí agua y mientras una me cargaba las botellas la otra me comentaba que era la hora de la siesta y que por eso no había nadie. También me comentaron que había varios refugios abandonados en el camino hasta El Sosneado, lo cual me tranquilizó. Les agradecí y me fui con la intención de recorrer por lo menos 22km mas.

El camino a partir de La Jaula resulto ser subida, y después subida, y subida, luego subía un poco y seguía subiendo. Encima, un fuerte viento del oeste había comenzado a soplar y las caprichosas curvas del camino hacían que por momentos me pegue de costado y por momentos de frente. Y no se que era peor.

En un momento, el camino se dividía en dos sin ningún tipo de cartel ni nada, el camino de la izquierda tenia una fuerte pendiente pasando por arriba de una loma mientras que el otro parecía rodear la misma loma. Pensé que quizás fueran dos caminos que luego se unen. Deje que mi instinto eligiera por mi y fui por el de la derecha. Mas adelante el camino se volvía a unir devuelta como yo pensaba y había un cartelito de ruta 40. Seguía por el camino correcto. En un momento me dio hambre y decidí comer un pedazo del pan de la vida, pero pan ya no estaba, la bolsa se había desfondado por culpa del fuerte viento. Grité. La maldita ruta había robado mi preciado pan al igual que lo había hecho con mi bolsa de dormir.
Con el animo por el piso, seguí pedaleando.

Cuando ya quedaba al rededor de una hora de luz diurna ya había alcanzado los 22km que quería recorrer, pero no había encontrado ningún refugio y el fuerte y frío viento hacia que la idea de acampar a la intemperie pareciera una muy mala idea, sobre todo sin una bolsa de dormir y sin pan. Paré a una camioneta que venia de frente y le pregunté sobre algún refugio cercano. El señor, que se encontraba junto a su familia, me dijo que el tenia un galpón a unos 6km adelante que podía usar si no tocaba nada y lo dejaba bien cerrado. Le agradecí y seguí adelante.
Pero 6km era una distancia larga en ese camino que cada vez era mas duro y pedregoso, y con el fuerte viento pegándome de costado avanzaba muy lentamente. Resignado a pedalear en la noche devuelta, continué, la posibilidad de encontrar un reparo que me protegiera de aquel viento lo valía.
Cuando ya no tenia ninguna esperanza de encontrar refugio, veo que viene una camioneta atrás mio, lo cual era bastante raro en aquel camino en el que pasaban unos 5 vehículos por día. Le hice señas y paró. Les pregunté a los dos ocupantes si me podían llevar hasta El Sosneado y accedieron ¡Estaba salvado!
Cargamos la bici en la caja de aquella Hilux 4x4, la aseguramos bien y nos fuimos.

Los dos ocupantes resultaron ser de una empresa que hacia estudios de suelo para la construcción de caminos entre otras cosas y ahora estaban haciendo un estudio por aquella zona. Mientras avanzábamos el camino se iba poniendo mas y mas duro. De hecho el conductor tuvo que activar el 4x4 en un momento debido al mal estado del camino. Yo seguía pensando una y otra vez "¡Me salvé!".
Me comentaron que había dos rutas 40, la nueva y la vieja, y nosotros estábamos en la vieja. Todo cobró sentido en ese momento. La ruta 40 vieja era la ruta 101, pero seguía señalizada como ruta 40. "Como para no perderse >_>" pensé yo.
Ellos se dirigían hacia Malargüe así que les pregunte si me podían llevar hasta allí y aceptaron. Una vez allí, tuvieron la amabilidad de dejarme en la puerta del camping. Les agradecí y se fueron.

En ese momento ya eran las 10:30pm. Yo estaba fusilado pero contento, por fin iba a tener algo de tranquilidad unos días ya que planeaba quedarme en Malargüe por lo menos un día para descansar y conocer aquel lindo lugar.
Mientras entraba al camping una familia se me acercó y me preguntaron sobre mi viaje. Hablamos durante un rato y luego me retiré a montar campamento.
Me bañe, llame a mis viejos para avisar que seguía vivo, cené, me abrigué lo mas que pude y me fui a dormir. A dormir tranquilo.





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